¿Lo has escuchado? Este año las calles gritan “¡Por fin unas navidades normales!”
Quienes me conocéis sabéis lo poco que me gusta esa palabra: los valores “normales” de las analíticas, los dolores “normales” de cada mes, la artrosis o las molestias para ir al aseo “normales” para la edad…
Porque “lo normal”, muy orientativo cuando se analiza con buena intención, es fácil de manipular. Por ejemplo, si hago una encuesta en Nochevieja sobre el color de la ropa interior y lo extrapolo al resto de los días, podría resultar sospechosa la persona que elija un lunes cualquiera un color diferente. O tal vez, si muchas personas consumen unas pastillas que reduzcan la cantidad de una molécula en sangre, los valores “normales” de referencia bajen y parezca necesario para la salud “normal” que cada vez más y más personas las tomen.
Porque lo “normal” nos ayuda a entender el comportamiento de los números, pero no siempre coincide con lo correcto para los seres humanos y aún se puede desviar más de lo adecuado para cada persona.
Por eso es tan importante para mí en la consulta estudiar con detalle cada caso, dolor, molestia, problema de salud o cambio de ánimo y resolver cada pregunta junto con la persona que la trae.
Las fiestas de Navidad y Año Nuevo son un buen momento para pasar de lo que nos dicen que es “normal” (cada vez según conviene), para parar y observar cómo nos sentimos, con quién queremos celebrar, qué deseamos compartir en la mesa, de qué comercio o restaurante nos gustaría disfrutar los alimentos, qué atuendo y regalos.
Agradecer lo que nos une, aprender de lo que nos diferencia, recordar honrando el tiempo pasado y pensar en la versión de nosotras y nosotros mismos que vamos a ser el próximo año.
Feliz Navidad y próspero Nuevo Año