Salud en femenino

El universo femenino, creatividad infinita con los pies en la tierra, capaz de transmitir los sueños y la vida y de darla a los proyectos que construye. Con resistencia y paciencia para sostener personas, familias y mundos, y la fuerza y sensibilidad para vivir los propios cambios físicos y emocionales y acompañarlos en las demás personas.

Todo en nuestra salud guarda relación con las hormonas. Su déficit, exceso o desbalance puede generar dolor, malestar, ansiedad, frío o calor excesivos, trastornos relacionados con el ciclo menstrual o con la ovulación, con la menopausia, con la fertilidad, favorecer enfermedades con componente autoinmune como la endometriosis, infecciones como las protagonizadas por virus del papiloma humano o el hongo cándida y el cada vez más frecuente cáncer.

La interrelación de todas las hormonas entre sí y con cada órgano y sistema del cuerpo, permite que cualquier alteración en ellas afecte a intestino, hígado, vesícula, riñones, piel y sistemas circulatorio, inmune y nervioso.

La salud entera, la autoimagen, el deseo y el placer (muchas veces ausentes), la energía y la armonía con la que se despierta y se acuesta cada mujer (y cada hombre, como trataré en otro artículo) depende de un equilibrio orquestado por un engranaje hormonal y orgánico tan poderoso como sensible.

¿QUÉ DESEQUILIBRA LAS HORMONAS?

  • Sedentarismo y alimentación con descontrol horario, rica en azúcares rápidos, grasas de mala calidad y estimulantes. Este “comer de “supervivencia” y la “necesidad” de recompensa o premio inmediato, vienen de entender la vida como estrés y/o de una falta motivación y felicidad tan profundas que es difícil ser consciente de ello. Si se vuelve hábito puede inducir resistencia a la insulina y síndrome metabólico y en ocasiones exceso de testosterona y como consecuencia desajustes en los ciclos menstruales, ovarios poliquísticos y aumento de vello corporal, entre otros problemas de salud.

Además el hígado y los riñones sufren con el exceso de tóxicos y falta de nutrientes esenciales y esto, a su vez, repercute en el equilibrio hormonal. En unas mujeres inducirá el déficit de estrógenos y en otras el exceso, favoreciendo problemas en la piel y el intestino, dolor, síndrome premenstrual, migrañas, mala circulación…

  • Estrés y malestar emocional: cuando son el día a día agotan las glándulas suprarrenales, alterando los niveles de cortisol, y disminuyendo la fabricación de testosterona, hormona imprescindible para la energía y fuerza muscular y para la libido.
  • “Engaños metabólicos”:
  • Disruptores endocrinos (bisfenol A, ftalatos…) presentes en cosméticos, conservas, envases…químicos que mimetizan nuestras hormonas y distraen al sistema endocrino.
  • Metales pesados procedentes de amalgamas dentales, vacunas, gases que respiramos o incluso de la lactancia si la madre también los está sufriendo. Se sitúan en el lugar donde debe unirse un mineral para que una enzima funcione y la inutilizan bloqueando el engranaje.
  • Sobremedicación y medicalización de la vida de las mujeres: anticonceptivos desde muy jóvenes, reproducción mediada por el sistema médico, terapia hormonal en la menopausia… Reconozco a muchos de estos fármacos su valiosa función si su uso es necesario de manera puntual para la salud u objetivos de la paciente, o si es su decisión informada por motivos personales. Lo que no comparto es que:
    • se utilicen para tapar problemas que se pueden curar
    • se presenten como única opción si hay otras formas, tal vez más saludables, de regular el sistema hormonal o de tener una vida sexual segura y satisfactoria
    • se hable de sugestión cuando aparecen efectos secundarios, culpando a la mujer por sentirse mal

¿QUÉ PODEMOS HACER?

  • Nutrirnos con alimentos “vivos”, verduras y frutas frescas que aseguren el aporte de vitaminas y minerales, agua, proteína de calidad y grasas buenas que aseguren un aporte equilibrado de omega 6 y 3.
  • Suplementos naturales, siempre personalizados y en los momentos o etapas en los que su ayuda sea un impulso para recuperar o mantener la salud. Estos son sólo algunos ejemplos:

Vitex para controlar estrógenos y sus efectos.

Ñame si los niveles de progesterona necesitan una ayuda.

Cordyceps cuando la fabricación testosterona está débil.

Vitaminas del grupo B y cromo en todo lo derivado de síndrome metabólico y resistencia a la insulina, Incluido el exceso de actividad androgénica.

Omega 6 (aceite de onagra) y omega 3 (de pescado, lino, algas…), imprescindibles en las proporciones adecuadas para que los procesos fisiológicos se completen correctamente.

Cardo mariano, desmodium, taurina, precursores de glutatión, vitaminas como la B6 y minerales (magnesio, hierro, zinc…) cuando hígado y riñones necesitan ayuda.

Plantas procedentes de la sabiduría ayurvédica, como ashwagandha en situaciones de estrés continuado y shatavari, equilibrante para muchas mujeres menopausia y la etapa previa.

  • Deporte: el que nos haga más felices y que además incluya trabajo de fuerza.
  • Descanso: nuestras hormonas bailan con la luz del sol y de la luna. Cuidar los ciclos de sueño y vigilia, durmiendo lo necesario y en el horario adecuado (lo que nos sea posible) es respetar nuestra naturaleza. Nuestra salud actual y futura lo agradecerá.

Propongo atendernos como un todo, donde no sólo la capacidad funcional y la ausencia de dolor, sino también el placer, el deseo, la energía, la ilusión y la armonía formen parte de la salud que tenemos el derecho y la responsabilidad de cuidar. Y recordar que junto al superpoder de dar, tenemos el de recibir: querernos y permitirnos ser amadas, seleccionando lo que sí y lo que no queremos dar paso a nuestro cuerpo y nuestra historia.

Desde el equilibrio y la salud que surgen de la atención, respeto y cuidado a nuestro cuerpo, pensamientos y emociones, nace la magia con la que seguir dando vida a la vida.