Llevo tiempo observando con agrado cambios en la práctica deportiva. Siempre ha propiciado buenas compañías e impulsado hábitos de vida más saludables, autodisciplina y superación personal.
Sin embargo, siento más alegría en los y las deportistas de hoy. Parece que las nuevas generaciones han traído una actitud más viva al mundo del ejercicio físico y la están compartiendo sin excluir a nadie, con un compañerismo tan natural que todos, de cualquier edad y condición física, somos bienvenidos tanto en prácticas más individuales como de equipo. Lo que aún no somos capaces de hacer ya no supone una limitación, sino un reto que disfrutaremos superando con el apoyo y la sonrisa de los compañeros de entrenamiento.
Desde hace algunos años el “objetivo estético” está cediendo prioridad a otros más saludables y que nos traen menos frustración y más equilibrio. Recuerdo cómo era frecuente escuchar a las personas apuntarse al gimnasio para adelgazar, a veces al extremo, o para aumentar el volumen de los músculos recurriendo en ocasiones a “ayudas” y métodos arriesgados o dañinos. También la “necesidad” de superar marcas en deportes de velocidad y tiempo llegaba a veces a producir sufrimiento y estrés muy altos.
Querer vernos bien y mejorar nuestras marcas son objetivos buenos y admirables, pero siempre que los sintamos desde el respeto, cuidado y cariño hacia nosotras y nosotros mismos y nuestro cuerpo y momento.
El deporte merece un lugar importante en nuestras vidas:
– Regula el metabolismo, especialmente la respuesta a la insulina, mejorando y previniendo trastornos circulatorios y hormonales, diabetes y enfermedades degenerativas del cerebro y sistema nervioso.
– Ayuda a modular el sistema inmune.
– Rejuvenece músculos, huesos y articulaciones y aumenta la capacidad y resistencia cardio-respiratoria, manteniéndonos fuertes y ágiles.
– Contribuye a alcanzar el peso y los porcentajes de grasa, agua y músculo óptimos.
– Equilibra el sistema nervioso: regula serotonina, dopamina, oxitocina, cortisol…, mejora la concentración, la memoria y la forma en las que nos desenvolvemos en el mundo. Aumenta nuestra felicidad y como consecuencia la de quienes comparten parte de su vida con nosotros.
– Estamos más guapos y guapas. Además de mejorar la postura y el aspecto corporal, sonreímos más, con una seguridad y entusiasmo que nos hace irresistibles 😊.
Otra ventaja de ser deportista es que apetece mucho más alimentarse bien:
- Aseguramos la ingesta de proteínas, carbohidratos y grasas de calidad y en los porcentajes adecuados.
- Aportamos todos los minerales y vitaminas necesarios para un correcto metabolismo.
- Evitamos el consumo de tóxicos y moderar el de alimentos más ácidos.
- Nos hidratamos.
- Prestamos atención a la recuperación muscular y de reservas energéticas después de cada entrenamiento.
- Personalizamos la alimentación, teniendo en cuenta nuestras necesidades como deportistas en cada momento.
Cuidar nuestra práctica deportiva, nutrición y descanso es una hermosa forma de dar gracias a la vida.