ANTIAGING. La belleza de cumplir años.

Ceno con un amigo en un restaurante frente al mar y pedimos algo ligero, que no reste peso al encuentro y a la conversación. Traen la cuenta y con ella lo más divertido: la acercamos a una lámpara, él busca las gafas, yo hago foto con el móvil y la amplío… se complica aún más cuando los ojos prefieren reír que enfocarse en los números”. Me pregunto si nos vendrá a visitar esta risa a lo largo del tiempo.

Me admira el magnetismo que desprenden las personas con años que sonríen a la vida, me impresiona su belleza. Hay una etapa en la que somos parecidos a las flores: llamativos, desbordados por una energía entusiasta y explosiva, con la fuerza y fragilidad de quien empieza a mostrarse al mundo. Con la edad, la belleza recuerda más a la de los frutos: brillantes y consistentes, con colores de una alegría serena y con la capacidad de dar fuerza, de calmar la sed y, con el paso de los años, regalar cada vez más dulzura.

Es importante enraizamos en tierra firme que nos ayude a resistir las tormentas, cultivarnos, abonarnos y aprovechar el agua de lluvia y la energía del sol. Otra opción es marchitarnos en un empeño impuesto de seguir siendo flores, tan manipulador, irreal y distante de la felicidad como los cuentos de príncipes y princesas.

¿Cómo cumplir años con belleza y salud?

Descansar: dormir de noche las horas necesarias para que las células se renueven y los órganos se limpien y reparen. Prepara el descanso, lo último a lo que prestes atención va ser fundamental. Un libro que te haga sentir bien, unos minutos de meditación… ya habrá tiempo mañana para pantallas.

Practicar deporte: mantener los músculos tonificados contribuye a unos huesos fuertes y una buena producción de hormonas con todo lo que implica para el bienestar de nuestros días y nuestras noches.

Contacto con la naturaleza: cada vez más necesario para equilibrar nuestra energía y adaptarnos mejor en esta época con tantos cambios electromagnéticos. Respirar, tocar la tierra con los pies descalzos, sentir los árboles, el agua, el viento…

Alimentarnos bien:

Favorecer el aporte de vitaminas, minerales y fibra con frutas y verduras ecológicas de colores variados.

Priorizar la ingesta de proteínas para seguir construyendo músculos, piel y sistema nervioso e inmune: huevos, lácteos según tolerancia, pescado y en menos proporción carne de calidad. Si tu opción de vida incluye la alimentación vegana, bien conoces la importancia de las legumbres con cereales integrales antiguos y setas.

Grasas buenas para mantener lubricadas las articulaciones, radiante la piel y el cabello, un buen equilibrio hormonal y unas neuronas sanas y ágiles.

Cuidar la hidratación con agua de calidad, “viva” y limpia.

Suplementos nutricionales a base de uva, mirtilo, té verde, brócoli, cúrcuma…,para potenciar la salud cardiovascular, digestiva, articular y hormonal.

Mis preferidos son los que cuidan las mitocondrias, pequeños “pulmoncitos” de las células generadores de energía. Entre estos antioxidantes destacan Coenzima Q-10, vitaminas E, C, B1, B2, B3, B9, Zinc, Selenio, Mobdileno, Cobre, Manganeso, Trans Resveratrol, N-Acetilcisteina, Acetil L-Carnitina, Ácido Alfa Lipoico y Melatonina.

Entender que lo que miramos y escuchamos también nos influye. Al igual que con la comida, es nuestra responsabilidad elegir entre nutrirnos o tragar basura.

 

Y tal vez mirar las fotos del pasado menos y con más cariño para dejarnos sorprender gratamente por nuestro reflejo en un lago, en el cristal de una galería de arte o de una copa de buen vino y en los ojos de quienes, con su presencia, llenan la vida de motivos para reír.